Refrescando los Reinos Mortales Parte 2: Era de los Mitos

Tras ubicar dónde ocurre todo esto de AoS, hoy toca pasar a la clase de historia. Hemos oído hablar sobre diferentes Eras: La Era de los Mitos, la Era de Sigmar… Vamos a ir desgranando brevemente todo esto, comenzando por la Era de los Mitos.

La Era de los Mitos

Voy a intentar evocaros una imagen bastante surrealista: Sigmar, montado a horcajadas sobre un cometa cruzando el Cosmos acompañado de un dragón que le hace de guía turístico. ¿Se me ha ido la olla? No, confiad en mí.

El cometa es en realidad EL COMETA, en mayúsculas. Se trata de Mallus, y es el núcleo de lo que quedó del Viejo Mundo tras explotar. Sigmar, que hasta el gran Catapum-chimpún era un habitante del Viejo Mundo, usó el cometa para viajar a través del Vacío Aetérico para llegar a los Reinos Mortales. 

La leyenda cuenta (porque claro, Era de los Mitos) que mientras Sigmar vagabundeaba por ahí montado, agarrado o incluso transformado en el propio Mallus, fue encontrado por el Gran Dragón Celestial Dracothion.

El dragón, fascinado por la luz emitida por el cometa comenzó a perseguirlo, y gracias al calor que este desprendía insufló vida al congelado Sigmar. 

Ambos se hicieron coleguis, y Dracothion le mostró la gloria de los Reinos Mortales a Sigmar.

Para ubicarnos en la escala de los Reinos Mortales en este estado inicial, hablamos de que estaban plagados de Bestias Divinas, Behemats y seres titánicos del tamaño de continentes… todo lo aventura-épica-clásica que os podáis imaginar.

De hecho os dejo un pequeño fragmento de la epicidad de todo esto:

Iba donde deseaba,
emocionado hasta las lágrimas por
el esplendor de sus reinos. Navegó
por océanos tempestuosos a tierras
vírgenes, se bañó entre genios de
metal en lagos de centelleante 
mercurio líquido, cabalgó en islas 
flotantes desde las que fluían cascadas
curadoras y cantó las melodías de
su antiguo mundo a los espíritus
del bosque.

Y en este contexto, Sigmar como nuevo Dios y Dracothion como su colega alado, se dedicaron a irse de aventuras por ahí, matando seres colosales y despejando los Reinos en post de crear un Orden divino.

Entre aventura y aventura Sigmar empezó a crear vida y civilizaciones a imagen y semejanza de su antiguo hogar en el Viejo Mundo, con el azyrita, su lengua materna, como base del lenguaje principal.

Este fue el inicio de la era dorada del progreso y la cultura. 

Pero al igual que Sigmar les enseñó a cultivar, cantar y estudiar, también les enseñó a matar, sembrando la semilla del pecado original y lo que con el tiempo se acabaría convirtiendo en la decadencia de su creación.

 ¿Qué sería de una saga épica sin un panteón de Dioses digno de los programas de cotilleo de Telecinco?

El Dios-Rey no fue el único que sobrevivió a la catástrofe del Viejo Mundo. Algunas de estas almas que trascendieron a los Reinos Mortales habían sido antiguos amigos de Sigmar, y otras enemigos mortales, pero en este momento necesitaba aliados iguales a él: necesitaba otros dioses.

A los primeros que encontró en sus viajes fueron los dioses ancestrales de los duardin: Grungni el Hacedor y Grimnir el Dios Berserker. Los localizó encadenados a una montaña con cadenas hechas por el propio Grimnir. ¿Por qué? Nadie lo sabe, y no te recomiendo que se lo preguntes.

Endeudados de por vida, Grungni le ayudó a seguir forjando civilizaciones, y Grimnir a enfrentarse a todo bicho viviente que necesitase un buen hachazo. Hasta que dio con Vulkatrix la Salamandra Divina, que se le atragantó y en muy resumidas cuentas acabó muriendo desollado y explotando en miles de fragmentos de oro.

 

El siguiente Dios fue Gorkamorka, que estaba atrapado por una avalancha de ámbar. Sigmar lo liberó, y como cabría esperar del bicéfalo y cabreado Gorkamorka, la emprendió a golpes con él.

Tras 12 dias y 12 noches de tortas y mamporros a mansalva, se dieron la mano cual Dillon y Dutch y se ganaron el respeto mutuo.

 

Los dioses aelfos Alarielle, Teclis, Tyrion y Malerion vinieron seguidos sin causar problema alguno, la visión ideal de Sigmar de los Reinos Mortales era suficiente para unirlos a su causa.

Y por último se encontró a Nagash bajo un saliente rocoso. Otrora lo hubiese aniquilado sin miramientos, pero Sigmar, que estaba en su etapa hippie, lo reclutó para que se encargase de crear las primeras grandes Ciudades usando la mano de obra más barata y sumisa de los Reinos: no-muertos. Claro, sin que yo os diga nada os imagináis que esto no fue una buena idea…

Pero eso, amigos, para próximos capítulos.

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